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EL CINE
Pero es curioso que Bergson imponga un nombre tan moderno y reciente — cinematográfica — a
la más vieja de las ilusiones. En efecto, dice Bergson, cuando el cine reconstruye el movimiento
con cortes inmóviles, no hace sino lo que hacía ya el pensamiento más antiguo —
las paradojas de
Zenón —, o lo que hace la percepción natural. En este aspecto, Bergson se distingue de la
fenomenología, para la cual el cine rompería más bien con las condiciones de la percepción
natural. “Tomamos vistas casi instantáneas sobre la realidad que pasa, y,
como ellas son
características de esa realidad, nos basta con ensartarlas a lo largo de un devenir abstracto,
uniforme, invisible, situado al fondo del aparato del conocimiento... La percepción, la intelección,
el lenguaje proceden en general así.
Se trate de pensar el devenir, o de expresarlo, o incluso de
percibirlo, no hacemos otra cosa que accionar una especie de cinematógrafo interior.”
¿Deberá entenderse que, según Bergson, el cine sería tan sólo la proyección, la reproducción
de una ilusión
constante, universal? ¿Como si siempre se hubiese hecho cine sin saberlo?
Pero entonces son muchos los problemas que se plantean, y ante todo, la reproducción de la
ilusión, ¿no es también,
en cierta manera, su corrección? ¿Se puede concluir de la artificialidad
de los medios la artificialidad del resultado?
Adaptado de Gilles Deleuze. La imagen-movimiento.
Estudios sobre cine, 1990.
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