2. Planificarse. Los especialistas aconsejan prever una buena organización de
las horas destinadas a la facultad y armar un estricto cronograma de estudio
en función de las demandas de cada materia.
3. Apoyarse en los demás. Familia, profesores de la secundaria, estudiantes
avanzados de la carrera e incluso compañeros responsables y disciplinados brindan
un buen sostén para encarar dificultades de comprensión y de gestión del tiempo.
4. Trabajar en grupo. Cuando los déficit están presentes, mejor combatirlos
juntos. Aconsejan armar un grupo de estudio, donde las relaciones pasen por
el saber y la confianza.
5. Apropiarse de toda oferta de ayuda extra. La oferta de apoyo extra difiere
según la universidad. Por lo general, toda cátedra contempla horas de tutoría y
algunas facultades incorporan también un tutor permanente. Centros estudiantiles
y asociaciones también son buenos asistentes a los cuales recurrir.
6. Hábitos y técnicas. Generar hábito de estudio y, para ello, crear un clima
adecuado, de acuerdo con las necesidades y limitaciones personales. La
universidad no tutela igual que la escuela secundaria. Para cumplir con esa
exigencia de autonomía, es aconsejable generar un estilo de asimilación
basado en la relación de contenidos. Lograrlo es fácil si se practican algunas
técnicas de estudio, siempre vinculadas al programa.
7. Dominar la lectura y escritura académicas. Los universitarios son alumnos
lectores. Reponer la centralidad de la lectura y la escritura, actividades que copan el
cien por ciento de la carrera, es clave para afrontar con éxito la educación superior.
8. Priorizar la carrera. Divertimiento y trabajo no son obstáculos para el estudio.
Muchas veces, lo laboral aporta a la formación y enseña a ser disciplinado, y el
ocio agrega cultura y despeja. No obstante, esas actividades siempre deben ser
compatibles con el programa universitario, que es la prioridad.
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