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capítulo 2
1.
lee el microrrelato:
El falso sordomudo
Un falso sordomudo – que a cambio de voluntad te da el alfabeto de los signos
plastificado – entra en una coctelería oscura y tapizada. Al fondo,
un divorciado y
una separada que se conocieron a través del
chat tienen su primera cita. No se
atraen (ella se quitó años, él se quitó kilos, y los dos se quitaron cargas
familiares), pero se esfuerzan por no parecer desolados.
Hablan de los bailes de
salón (¡qué casualidad!, los dos han hecho el mismo cursillo de
perfeccionamiento del tango) y eso los lleva a comentar lo anulados que se
sentían como personas con sus antiguas parejas. Después
de preguntarse los
horóscopos, él comete un error táctico:
– El otro día por poco me muero – dice. – Vi a mi ex mujer, que es Tauro,
paseando con su novio de ahora.
La separada siente celos retroactivos.
– ¿No me has dicho que la dejaste tú?
– Sí, pero la dejé sola, no con un imbécil.
Al
cabo de nada, ella anuncia que tendrá que irse yendo, que mañana… El
divorciado pide la cuenta. Paga con tarjeta y deja una moneda de 500 de propina.
Cuando ya están de pie, el falso sordomudo les deja el alfabeto de los signos en la
mesa. Los dos se quedan quietos. Intuyen que si se van el hombre robará la
propina. No debería importarles, es sólo
una moneda, y ya no es suya. Ya es del
camarero. Pero les da rabia. El destino de la moneda todavía les pertenece un
poco, y su destino era ser propina. El sentimiento de tenue posesión les paraliza.
– Eso que comentabas de tu ex mujer… – dice ella, sentándose. –
En realidad
te comprendo muy bien.
Él levanta la mano, le pide al camarero que traiga otros dos cócteles con
sombrilla y más galletas en forma de pececito. Y que eche al falso sordomudo,
por favor; que les está molestando.
Empar Moliner.
El País semanal. Madrid: 30 de julio de 2000.
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