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12.
Observa en este cuento del venezolano Gabriel Jiménez Emán lo
particular que es la mirada de uno:
El idiota
Cuando el sabio señaló la luna, el idiota se quedó mirando el dedo del sabio, y vio
que se trataba del índice.
Era un dedo arrugado, envuelto en una epidermis
desgastada, cuyo tejido anterior se hacía tan fino que el espesor de la sangre,
fragmentado en pequeños puntos rojos, se dividía
a su vez en forma de tabique,
debido a las líneas irregulares que en grupos de cinco separaban a las falanginas de
las falangetas. Por la parte posterior, en la superficie de los nudillos, estas líneas
eran más numerosas y parecían
nervaduras de hoja, pues el sabio era tan viejo que
la piel del nudillo era un pellejo de consistencia inerte, y hasta tenía ciertas marcas
de los mordiscos leves que el sabio le había dado en los momentos de reflexión.
En los demás dedos del sabio había ciertos vellos,
que el idiota apenas
conseguía registrar con el ojo, tal era su concentración en el índice, distintos de
aquellos por ser lampiño, con los poros más grandes y de una uña más
pronunciada, curva y de una pátina tenue de amarillo. Su superficie se adivinaba
casi
tan lisa como la de un cristal, y brillaba. El contorno de la cutícula estaba
perfectamente dibujado; no había en su línea cóncava ni el más mínimo
desprendimiento. El nacimiento de la próxima uña, blanco y puntiagudo,
formaba con la cutícula un óvalo
que el sabio miraba a veces, encontrando en él
una especie de centro universal cuyo significado desconocía. Se detuvo por fin el
idiota en la parte superior de la uña, que coincidía exactamente con el nivel de la
yema y cuyo borde se inclinaba hacia abajo. Allí el idiota vio, perfectamente
reflejada
y redonda, la luna.
Extraído de
. Acceso el 17 de mayo de 2013.
a.
Por sus nombres, los personajes del texto se sitúan en dos extremos: el de la
sabiduría y el de la idiotez. ¿Estás de acuerdo con esa afirmación? ¿Por qué?
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